Si tuviéramos que describir CADAQUÉS con tres palabras sería difícil hacerlo pues, éste equipo, necesitaría unas cuantas palabras más. Desde “singular”, que igual es lo que más lo caracteriza, pasando por “encanto” pues está lleno de pequeños detalles que seducen al visitante y dejan en él un buen sabor de boca, “turista” porque es un pueblo que vive del turismo principalmente y hace disfrutar al que lo visita por su singularidad y encanto.
Particularmente, siempre hemos conocido el pueblo de Cadaqués a través de SALVADOR DALÍ, por ser residencia de verano del artista para convertirse más tarde en su hogar. Caminando por sus calles, está bien presente la imagen de Dalí, bien representado por una escultura, o porque se ofertan excursiones a la Cala de Portlligat, lugar de pescadores donde se encuentra la Casa-Museo Dalí de visita obligada para hacer un recorrido por las estancias y hacernos una idea del estilo de vida que llevaba el artista. Eso sí, al igual que decimos de visita obligada, nosotros no tuvimos suerte de poder verla, porque si aconsejamos reservar y con antelación, ya que debido a las incesantes visitas, y más en periodo estival, nos fue imposible verla por estar el horario de visita completo para el día que íbamos.
La alternativa fue hacer una excursión desde los alrededores con el Trenet de Cadaqués. En la Plaza Rahola hay una caseta de madera donde puedes comprar el ticket. Partiendo desde ésta misma plaza, ofrecen dos excursiones, la de Port-LLigat, de aproximadamente 10 kms y la que va hasta Cap de Creus, de 20 kms de distancia. La primera excursión cuesta 8 euros para adultos y 5,50€ para niños. El precio de la segunda es de 16€ adultos y 11€ para niños. Es otra forma de dar un paseo turísitico, disfrutando de unas vistas panorámicas del pueblo, sus calas y el azul intenso de sus aguas.
Pero lo que realmente merece la pena es callejear por sus calles, ir al casco antiguo, antiguo recinto amurallado de origen medieval donde podréis pisar el antiguo pavimento del pueblo llamado “rastell”. Llegar hasta la Iglesia de Santa María de Cadaqués, en el punto más alto del casco antiguo, de estilo gótico tardío y maravillarse ante un impresionante retablo barroco de 23 metros de altura en honor a Nuestra Señora de la Esperanza. Con una fachada pintada de blanco, destaca el campanario, con base cuadrada y parte superior octogonal.
Y si lo que queréis captar es la imagen más bonita de éste pueblo, tendréis que tomar el camino del paseo marítimo justamente opuesto al de la Cala de Port-LLigat, como si fueseis en dirección al Hotel Rocamar. A la altura del hotel, más o menos, hay un puente de piedra que une un pequeño islote. Debéis llegar hasta aquí y comprobad vosotros mismos qué objetivo se resiste a hacer la foto más espectacular que podáis imaginar. También podéis hacer parada en las playas, muy tranquilas en cuanto a gente, sin aglomeración, y de aguas cristalinas que invitan a darse un chapuzón.
También habrá que pensar dónde comer. En el Passeig, hay una amplia y variada oferta de restaurantes de todo tipo, desde cocina mediterránea, como buffet libre o pizzerías. Nosotros teníamos claro que íbamos a comer arroz, una paella, y en ésta ocasión nos dejamos llevar por la intuición. Fuimos viendo la carta expuesta en la puerta de los restaurantes y nos decantamos por “Restaurante Can Rafa”. Creo que la elección mejor no nos pudo salir.
Os recomendamos, sin duda alguna, la visita a este precioso pueblo del litoral gerundense.
LOCALIZACIÓN: GOOGLE MAPS / STREET VIEW
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