Estando alojados en Roses y siguiendo con nuestra ruta por el norte de Cataluña, decidimos ir a visitar Besalú, un pueblo de la comarca de la Garrotxa, famoso por ser ciudad medieval y poseer uno de los conjuntos históricos mejores conservados de Cataluña.
Debido a su incalculable y excelente conservación de su patrimonio histórico, Besalú se ha convertido en uno de los destinos turísticos de obligada visita si viajas por la zona. Si unimos su patrimonio a un paisaje extraordinario, propio de la comarca de la Garrotxa, es un aliciente más que tentador para ir allí. Es de las típicas villas que por su encanto, prefieres ver en persona y no que te la cuenten.
Besalú forma parte de la ruta medieval de la Garrotxa. Junto a Sant Joan les Fonts y Santa Pau, exhiben una inigualable muestra del esplendor de aquella época. Nosotros no hicimos ésta ruta, sino que por falta de tiempo, optamos por Besalú al ver que la mayoría de las opiniones se concentraban en ésta bonita villa. Aun así, si tenéis tiempo no dejéis de visitarlas porque realmente, por lo que hemos leído y más tarde, nos informaron en Turismo, merecen la pena.
A la entrada de Besalú, hay dos grandes aparcamientos donde poder dejar el vehículo, ya que el acceso al casco antiguo en coche está prohibido. Éstos son gratuitos. El acceso a la ciudad es por el puente, de 7 arcadas, caracterizado por tener forma angular debido al asentamiento de los pilares sobre piedras naturales del río. Para adentrarse en el pueblo, es obligatorio pasar por el puente, pero el acceso hasta él podéis hacerlo, bien por la orilla del rio, bajando unas escalinatas y, pasado uno de los arcos y volviendo a subir, o bien desde el acceso señalizado que da paso desde el parking hasta el puente.
Nosotros fuimos por la orilla del río. Si que es cierto que no es mucho el recorrido que se hace, apenas unos metros, pero para captar una bella foto, sí que os recomendamos bajar escaleras para luego subir unas cuantas más debido al desnivel del terreno.
El puente por el que pasáis al casco antiguo no es el original, ya que fue dinamitado en la Guerra Civil española y reconstruido posteriormente. Una fiel reproducción de la época que es el símbolo de la ciudad.
Una vez pasado el puente, entras al casco antiguo y si no fuera por el goteo constante de turistas y las tiendecitas de souvenirs que vas encontrando en el camino, parecería haber cambiado de época. Calles angostas, empedradas y estrechas que terminan, en primer lugar, en la Plaza de la Libertad, donde encontraréis la Oficina de Información y Turismo, para luego adentrarse de nuevo por una calle muy estrecha que termina en la Plaza de Sant Pere, donde se encuentra la Iglesia del Monasterio benedictino que lleva su nombre.
La fachada de ésta iglesia muestra un gran ventanal con dos leones, que simbolizan la fuerza y el poder y debajo, un hombre y un simio representando los vicios y el pecado de la humanidad. Lo más característico del interior de éste edificio, es su gran ábside con girola, la temática variada de sus capiteles, desde hojas de acanto hasta representaciones humanas, como la de Herodes aconsejado por el diablo y las tumbas de abades con una cabeza de esqueleto expresando la igualdad de todo el mundo ante la muerte.
En la misma plaza, está la Casa Cornellá, el ejemplo más sobresaliente y mejor conservado de arquitectura civil románica. Del siglo XII, la casa está organizada en torno a un patio que ilumina todas las estancias, de manera que en la planta baja veremos el establo y las estancias del servicio; en la primera planta, los arcos de medio punto y en la segunda y última planta, el granero.
Callejeando podréis ver la Cúria Real, donde proyectan un vídeo informativo de Besalú y es aconsejable verlo para hacerse un poco a la idea de la evolución de la ciudad. En este edificio se encuentra la sala gótica, con un maravilloso artesonado de madera y arcos ojivales, típicos de la época.
El Hospital de Sant Juliá, construido para atender a los peregrinos, y hoy día convertido en centro sociocultural, exhibe una fachada de las más bonitas de la zona, con arquivoltas y capiteles representando figuras de animales y hojas de acanto.
No olvidaros de visitar la Iglesia de San Vicente, parroquia del pueblo, también de origen románico pero con detalles góticos como el rosetón y el ventanal.
Y para nosotros, lo más llamativo o quizás lo más curioso, por no tener constancia de su existencia, fue el micvé, que es una sala subterránea de estilo románico, con una piscina que se llenaba de forma natural con agua de una fuente, que en la actualidad no existe y que se utilizaba para purificar el alma sumergiendo todo el cuerpo. Éste es el único ejemplo de edificio encontrado en España y el tercero en Europa. A escasos metros, está la Sinagoga, pudiéndose ver el patio y parte de la sala de oración.
En fin, podéis pasar un día completo, lleno de curiosidades y conocimiento histórico, combinado con una buena comida en los diferentes bares y restaurantes que hay repartidos por las calles y plazas del pueblo, y llevándoos un bonito recuerdo, no solo de todo lo que habéis visto sino también comprando un detalle en las tiendas de souvenirs, como hicimos nosotros, un imán para el frigorífico, que cada vez que lo vemos, nos hace recordar tan bello lugar.
LOCALIZACIÓN: GOOGLE MAPS / STREET VIEW